Presentación
del libro
Usos del tiempo y consumo
cultural de los estudiantes universitarios
Hacer
posible lo deseable
Lourdes Hernández Quiñones
Agradezco a la doctora
Ahtziri Molina su invitación para participar en esta presentación editorial,
que celebro de manera especial por varias razones. Primero, porque la aparición
de un libro siempre es una fiesta en torno a la palabra y, particularmente en
esta ocasión, por la aparición del libro que lleva por título Usos
del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios,
autoría de Ahtziri Molina Roldán, Miguel Ángel Casillas Alvarado, Aldo Colorado
Carvajal y Juan Carlos Ortega Guerrero, editado por ANUIES, que es un trabajo
de investigación de gran valor para los estudios culturales en nuestro país y,
particularmente en nuestro estado. Agradezco a todos ellos este regalo que hoy
nos hacen a los interesados en lo
cultural.
Segundo, porque se trata de
una visión crítica, analítica, seria y rigurosa que aporta información de gran
utilidad para delinear políticas culturales que sean incluyentes y diversas con
el propósito de responder de mejor manera a las inquietudes, necesidades y
deseos de los múltiples públicos de la cultura-en este caso, de los jóvenes-,
ya sea en la Universidad Veracruzana, en las instituciones municipales y
estatales de cultura, en otras instituciones educativas y culturales, públicas
y privadas. Las políticas públicas en el trayecto de hacer posible lo deseable,
deben privilegiar el pensamiento crítico de las universidades. En el caso de
las políticas culturales, habrá que considerar su construcción sobre dos ejes
paralelos: la promoción de la creación y la investigación artística; y el
fomento de la educación artística y la formación de públicos. Sólo así podremos
garantizar un quehacer cultural sustentable.
Es importante considerar el
valor del trabajo de los académicos involucrados en esta investigación, cuyos
resultados se obtuvieron a través de la aplicación de mil ochenta y cinco
encuestas en los cinco campus de la Universidad Veracruzana, durante el segundo
semestre del 2008; proyecto que parte del hecho de reconocer que en años
recientes la participación de estudiantes en las actividades
artístico-culturales promovidas por la
propia UV ha sido baja, situación que no es privativa de nuestra máxima casa de
estudios, sino de las actividades culturales en general. En ellas, por lo menos
en la ciudad de Xalapa, casi siempre nos encontramos los mismos y rara vez hay
caras nuevas. Ello obedece a la ausencia de políticas públicas en materia
cultural y a la carencia de una
educación artística desde el nivel de preescolar hasta la educación media
superior, en el aspecto formal; y a un descuido en los programas de desarrollo
cultural infantil en las instancias promotoras de cultura en la entidad.
Situación que al paso de los años y frente
a los consorcios mediáticos-ahora reconocidos oficialmente como poderes
fácticos-se ha agravado, pues su omnipresencia en la mayoría de los hogares, ya
sea a través de los medios de comunicación masiva como el radio y la
televisión, o bien de las nuevas tecnologías de la comunicación: celulares,
computadoras, tabletas, etc., han propiciado una nueva manera de vivir la
cultura y la comunicación, erosionando las formas tradicionales de
relacionarnos en el mundo.
A partir de esta consideración sobre el
reducido público estudiantil en las actividades de la UV, el equipo de académicos
planteó dos hipótesis de investigación: 1) La relación entre el consumo
cultural de los estudiantes y la oferta cultural universitaria es muy endeble, pues no se han desarrollado los mecanismos
necesarios para interesar a los jóvenes universitarios en las actividades
propuestas por la universidad; 2) El capital
cultural original de los estudiantes resulta determinante en la adquisición
y fortalecimiento del capital cultural universitario.
Es un acierto que la
investigación a la que nos estamos refiriendo, subraye la necesidad de
considerar al estudiantado universitario como un grupo heterogéneo, con
diferentes cúmulos de capital cultural y estrategias para la adquisición del
mismo. Asimismo, la introducción de los conceptos de consumo cultural y capital
cultural, como pilares de esta investigación, permitió organizar y analizar la
información recabada a partir de cinco variables que arrojan datos
fundamentales para la toma de decisiones en la Universidad Veracruzana y para
futuros estudios sociológicos, culturales y antropológicos que se pudieran realizar
en otras instituciones; estas variables son: región, género, área de estudio, capital cultural y trayectoria
escolar. Variables que permiten tener una mirada amplia de los públicos de
lo cultural, tal y como lo señala la doctora Lucina Jiménez: “es más conveniente hablar siempre en plural,
pues existen públicos diversos que comparten la experiencia artística y
cultural en un lugar y contexto determinado”. Así-dice Jiménez-“pueden distinguirse diferentes sectores con
motivaciones, percepciones, reacciones y respuestas distintas ante un mismo
hecho artístico que adquiere entonces múltiples significados”. (1)
Valga mencionar que la información que arroja el
libro Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios,
enriquece especialmente y supera en varios temas al estudio efectuado por el
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que se puede consultar bajo el
título Infraestructura y Patrimonio, Hábitos y Prácticas Culturales.
Asimismo se suma a lo aportado por el informe Acceso de los jóvenes a la cultura en Iberoamérica. Tendencias,
obstáculos y experiencias,
producto de un trabajo de investigación realizado durante el año 2012 en los
países iberoamericanos, por la fundación Interarts
con el apoyo de la Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Este último informe
constata que en muchos países iberoamericanos
el consumo cultural de los jóvenes puede calificarse como híbrido: “La asistencia a los centros comerciales, el
consumo de la cultura estadounidense y la importancia de las fiestas
tradicionales, son tendencias de la juventud”. En menor medida-dice el
informe-, se encuentran su participación y asistencia al teatro, las
exposiciones, las casas de cultura, y el cine; la mayoría de actividades se
concentran en las zonas de aglomeración urbana. (2)
El libro Usos
del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios puede
leerse en algunos momentos como un caleidoscopio y, en otras, como un
rompecabezas (de construcción exitosa), por las cinco variables que guían el
estudio. Se cuenta con información que permite hacer entrecruzamientos para
tener una mirada más completa del panorama que debe afrontar la Universidad
Veracruzana para lograr que más estudiantes participen en las actividades
artístico-culturales promovidas por esta institución. Por ello, a la par de presentar los resultados
de esta investigación, los autores van haciendo un análisis crítico de la
situación universitaria. Algunas de las cifras que resultan preocupantes son
las siguientes: 90% de la oferta cultural de la Universidad Veracruzana se concentra
en la ciudad de Xalapa; en el resto de
las ciudades y regiones del estado, el común denominador es la carencia de una
vida cultural intensa. Ocho de cada diez estudiantes (80%) no realizan actividades artísticas de ninguna
especie; 68% de los estudiantes dicen participar en diferentes actividades
artísticas como espectadores, mientras una tercera parte no lo hace; sin
embargo, en cada región el panorama es distinto: en Xalapa, 76% de los
estudiantes asisten a actividades culturales; en Córdoba, 75%; en Coatzacolcos,
57% de la población estudiantil asiste a estas actividades, y en Poza Rica, lo
hace el 62%. Si bien ello tiene que ver con la oferta o no de actividades
culturales, también se relaciona con factores económicos, intereses y
antecedentes familiares.
Los resultados de la
investigación confirman, de acuerdo con lo planteado por los autores, cómo las
diferencias sociales se traducen en diferencias culturales entre los
estudiantes; así como la hipótesis de que los estudiantes más dotados en
capital cultural consumen más cultura y tienen mayor acceso a los bienes
culturales. ¿Qué hacer frente a una realidad que obedece a las propias
características del estado, sus actividades económicas y productivas, sus
diferencias sociales, la longitud de su territorio que hace complicado
establecer servicios educativos en todas las regiones? ¿Cómo hacer posible lo
deseable? De eso se trata, de construir políticas culturales a partir de un
diagnóstico con información confiable
como es la investigación que hoy nos covoca, para poder incidir en la realidad,
por compleja que sea la problemática.
Es innegable la falta de
equidad en la oferta cultural de la Universidad en las distintas regiones, y lo
reducido del consumo cultural de los estudiantes en todas las zonas. Por ello,
se requiere que las autoridades de la Universidad Veracruzana y las
instituciones promotoras de la cultura en los municipios y la entidad, hagan
una revisión autocrítica de su quehacer y consideren que la acción cultural no
puede concebirse como simple entretenimiento o divertimento temporal, sino como
una acción permanente que se vincula con la posibilidad de reforzar el tejido
social, de propiciar la creatividad, de vivir la diversidad, de compartir
identidades, de construir espacios para la imaginación. Se requiere de acciones
puntuales- como señalan los autores- para diversificar la oferta cultural de la
UV en las regiones y campus, y para delinear programas que propicien la
creación de nuevos públicos.
Hacemos propio el exhorto de
los académicos que llevaron a cabo esta investigación: “Las políticas culturales de la universidad no pueden seguir siendo
indiferentes ante la diversidad de estudiantes que se expresa en las distintas áreas”.
Se requiere concebir el trabajo de difusión y extensión cultural desde la
diferencia para encontrarnos en aquello que nos es común. Es necesario que
entendamos que nuestros hábitos culturales y, en particular, los de los jóvenes
se transformaron profundamente. Debemos trabajar en la gestión cultural a
partir de la realidad del siglo veintiuno. El estudio Usos del tiempo y consumo
cultural de los estudiantes universitarios, es una base que puede
garantizar la construcción de políticas culturales con una visión amplia y
moderna. Es la posibilidad de recuperar el tiempo perdido en la gestión
cultural universitaria, desde la tradición artística de más de medio siglo de
la Universidad Veracruzana, con un rostro que mire hacia el futuro a partir de la
realidad que hoy viven los jóvenes en Veracruz.
(1) Jiménez
Lucina, Desarrollo de públicos y
procuración de fondos, (material de la Especialidad en Políticas Culturales
y Gestión Cultural. Unidad de Enseñanza Aprendizaje VIII), OEI, UAM, CENART,
2008.
(2) Acceso de los jóvenes a la cultura en
Iberoamérica, Tendencias, obstáculos y experiencias, marzo
2012, interarts, AECID.